martes, 19 de mayo de 2009

El verano es de Tintín

(esta es la segunda parte de la publicación El verano es de Tintín, espero que les haya agradado y cualquier comentario lo agradeceré profundamente, si creen que haya que corregir algo no duden en decirlo, pues las cosas hay que decirlas bien, y una ayuda nunca está de más)

"los libros son mi aliento, mi vida y mi futuro"

Fiodor Dostoievski

Las aventuras de Tintín, no necesitan apología alguna para que se adquiera nuevamente el placer de su lectura, no se debe retomar simplemente porque alguien te diga “es un clásico de las historietas” al menos yo no pretendo eso. Simplemente expongo aquello que significo para mí, y para eso tendré que situarlos primero en un espacio y tiempo determinados, con un sujeto singular y contingente… el lugar San Fernando Cádiz, el tiempo vacaciones de verano y el sujeto yo de niño.

Imagínense un caluroso verano a más de 39 grados Celsius, plena tarde, el inconfundible olor a sal, una fila de blancos chalets mediterráneos construidos uno pegado al otro, toallas húmedas llenas de tierra por la visita de una playa en donde sin temor alguno se abrazan el mar Mediterráneo y el océano Atlántico, atrás tuya dentro del hogar de tus abuelos, se escucha alguna canción de Antonio Molina;- no puedes salir-, te dicen, -hace demasiado calor ahora, si sales te podría dar una insolación-. Diablos, uno solo puede pensar en esa palabra cuando se es niño y no puedes hacer nada, pues quitarle la televisión a tus abuelos es casi una petición de muerte, hacer la tarea de aquellos libritos que la educación pública española te pide es casi ofensivo durante esa edad. Y en conclusión, lo único que te queda es sentarte en aquella silla de plástico que se confunde con el color de la fachada, pero estar así de 3 a 5 de la tarde es demasiado tiempo sin hacer nada, la inquietud te devora, no sabes qué hacer, hasta que tu tío, el más joven de los hermanos de tu madre se asoma, te ve cabizbajo, jugando con alguna hormiga que perdió la ruta a casa, y se apiada de ti.

- Ven - es lo único que te dice, no necesitas más, él tal vez no sepa, pero lo admiras, su cuarto te maravilla, lleno de libros e historietas, una cama sencilla en donde lo más seguro él no quepa. Te acercas cuidadosamente al librero, está siempre lleno, con libros detrás de libros, encima de ellos, casi es imposible llegar a leer los títulos, te confundes con los temas de química, física, lógica, no entiendes qué quería; de repente del anaquel más bajo sientes la atracción por colores brillantes en la portada, te agachas, con cuidado sacas aquel librito, pasta dura, un personaje con copete y su perro blanco adentrándose a una jungla y dejando atrás una pirámide, subes la mirada y en un gran óvalo amarillo lees, Tintín y los picaros. Todavía no lo sabes estimado lector, pero ante ti se encuentra una joya que brillará en tu memoria toda la vida.

Es así que el verano pasó, entre juegos con los amigos y la ilusión que te provoca leer una historieta que nunca deja un mal sabor de boca. Cada verano será lo mismo, descansar, ignorar rotundamente los deberes estudiantiles, jugar con amigos, ir a la playa y por último, leer nuevamente las aventuras de Tintín, porque nunca aburrirán, hasta el punto en que solamente desees que sea verano para volver a encontrarte con un reportero de copete y su fox terrier. Él te invitará a soñar despierto, a ver que el mundo no es sólo aquello que tú sientes, aprenderás a oler cosas que no están ahí, a escuchar los ruidos escritos con letras grandes y temblorosas; al final aquella historieta se convierte cada vez más en tu punto de referencia, en cada instante saltará la pregunta sobre lo que Tintín o el capitán Haddock harían si estuvieran en tu posición.

Está es la razón por la que escribo sobre las aventuras de Tintín, no se trata de hacer promoción, sonar interesante o hacer polémica sobre la cultura moderna por medio de las historietas. Leer a Tintín significa volver a ser niño, tener sueños e ilusiones despreocuparte por el trabajo y las exigencias del día a día, y gracias a ello, uno se queda solo para poder hablar consigo mismo, para acordarse de aquel día que quiso ser astronauta y el patio de su casa fue la luna, y un montón de sillas fueron la nave que lo llevaron hasta ahí. Porque al leerlo, no lees sobre alienígenas, monstruos o superpoderes; él es un sujeto común, un tú y un yo, sus amigos son detectives, científicos, capitanes de barco o cantantes de opera, y se ven envueltos en situaciones que aunque parezcan fantásticas no son ridículas, viven lo que pasa en el mundo, te elevan en la fantasía para volver al mundo fantasía. Hay que leer a Tintín para saber que el mundo también tiene su magia propia, sus misterios y sus secretos.

1 comentario:

  1. El final de tu texto me parece una versión rara de "Hurt". Los viejos abundan hoy en día.

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