lunes, 18 de mayo de 2009

El verano es de Tintín

(esta publicación será escrita en dos partes, la primera que es la presente es la introducción; mañana si me es posible publicaré la segunda)

"el sabio uso del ocio es un producto de la civilización y de la educación"
Bertrand Arthur William
Todavía en el siglo XX existieron hombres que bajo una idea ilustrada fueron capaces de resaltar en más de una faceta. Entre ellos destacó uno que pasó de ser militar en las Guerras Mundiales, a escritor y anidó finalmente en la política, siendo el hombre que no sólo llegó a ser el 18º presidente de la República Francesa, sino aquél que lidió con la resolución de la guerra argelina e instauró la V República. Del hombre que hablo es sin duda alguna Charles de Gaulle, quién internacionalmente llegó a ser conocido por todo aquello citado arriba y más. Pero este singular hombre tuvo el ingenio de afirmar que él competía con otro personaje de su época por aquella fama alrededor del mundo. Y es de este personaje de quien pretendo hablar, nada más y nada menos que de Tintín, un reportero en el mundo de las historietas.

La causa de esto es sencilla, hoy mientras me disponía a publicar algo en mi blog, me ubicaba en la penosa situación de no saber sobre qué escribir; la paz mundial me resulta demasiado complicada, sobre la teoría platónica de la anámnesis, dudo que alguien lo leyera. Y así escarbé por cualquier recoveco de mí alrededor para encontrar un tema lo suficientemente propio y exacto para ser publicado en su humilde blog. Pero el Logos providente tuvo una mejor idea, recordarle al mundo que Tintín existe, es bueno y vale la pena ser leído o en el caso de sus conocedores releerlo. Yo por mi parte, como el pseudo-estóico que soy, preferí asentir antes de ser arrastrado por la carroza último modelo del destino y he aquí el producto de tan singular imposición.

Más no le hacía falta mucho esfuerzo para convencerme, pues si bien no soy un fanático de esta serie de aventuras, sí las conozco y también le sé dar a esta obra el mérito que con tanta justicia le es propio. Las aventuras de Tintín y Milú destacan por la sencillez del dibujo, la narración breve, clara y exquisita, y como guinda del pastel, la gran imaginación y perfección de cada aventura en la que se encontraba inmiscuido este entrañable personaje. Esta obra ha sido traducida a sesenta idiomas con millones de copias vendidas e incluso cuenta con películas en su currículum, y para aquellos que no les parezca suficiente semejante historial usaré un argumento de autoridad, salió en los Simpson.

Pero ¿por qué hablar de él ahora?, el motivo es sencillo, nadie lo recuerda, Tintín se convirtió para el joven postmoderno en un método de enseñanza para aprender francés, y para aquellos que ni siquiera lo estudian, hablar de Tintín es como hablar de historia antigua y olvidada. Si uno se atreviera a buscar tan maravillosa joya, es más probable que la encuentre en las tiendas de segunda mano, o si en su caso lo encontrará en una librería, tendría el horror de ver las aventuras de Tintín apiladas y glaseadas con una capa de polvo.

Estoy de acuerdo que el hombre tiene que progresar, buscar nuevas fronteras y crear arte que represente el espíritu de su época. Pero eso no significa olvidar lo pasado, pues es el pasado mismo, lo único que nos puede indicar como es que vamos ahora. Esto lo digo por una razón sencilla; ahora los personajes de historietas han perdido el valor de antaño, e incluso aquellos que han sido rescatados fueron despojados de aquél encanto tan propio de su juventud. Si uno lee historietas japonesas, lo más seguro es que sufra de epilepsia; con monigotes de ojos inmensos, siempre enojados, que gritan por cualquier cosa buscando venganza, el hilo de la historia también sufre de la misma esquizofrenia, el chico “bueno” tiene problemas de identidad porque nadie lo quiere, el “malo” es malo porque de pequeño era como el bueno, pero nadie lo abrazó, se dan de golpes y al final resulta que el “bueno” sólo hace el bien porque desea que los demás lo reconozcan, al final del día ambos se encuentran en un talk-show en Miami para público latino. Por otro lado y para reforzar mi punto, el cómic estadounidense sufre actualmente de lo mismo, los personajes son héroes con problemas de identidad, ¿pues qué significa ser héroe?, simplemente tener superpoderes, golpear a los malos, ¿son malos o son héroes?, el cómic sufre sencillamente el impacto psicológico que afecta a la sociedad en la que se encuentra.

Pero no hace mucho, la historieta era más sencilla, no por tener problemas light, sino porque reconocían que había un bueno y un malo, que sí hay acciones justas e injustas, y que los personajes tenían que ser singulares y a veces excéntricos; pero no para ser llevados a un psiquiátrico como a los de hoy. Por lo que rescatar no solo a las aventuras de Tintín, sino a todas esas historietas es una obligación de aquel que desee recapacitar sobre la vida actual, desestresarse un rato o al menos mantener viva una literatura en peligro de extinción.

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